El lugar está en una zona agreste, rodeado de la naturaleza y muy tranquilo (pero con excelente wifi!) Las habitaciones son amplias y cómodas. Hay una huerta de donde colectan las cosas para la clase de cocina que podés contratar. Realmente vale mucho la pena, no es cara y aprendés como hacer una receta típica, te integra con el resto de los huéspedes y con la familia que atiende quienes son muy amables.